jueves, 1 de noviembre de 2012

Kenshi...


Era tarde, casi de noche, las nubes daban un efecto sombrío y nostálgico, todo estaba en calma, ahora todo estaba en calma, ambos se encontraban en el suelo, fatigados después de tan ardua batalla, ninguno quería perder, pero tampoco lastimar al oponente, solo el sonido de pequeñas gotas precipitándose interrumpían el abismal silencio que se había producido.

La idea básica de todo esto es muy simple, aunque rebuscada e incoherente: Amar a alguien ante todo y sobre todo, al extremo de intentar asesinarlo, pues el sentimiento es insoportablemente abrumador, tanto que  no hay manera de expresarlo con pensamientos, las palabras son insuficientes y la razón inexistente...

Riku se encontraba de rodillas apoyado en la empuñadura de su espada, observando al amor de su vida, su némesis y única debilidad en este universo, contemplaba cada detalle, sus ropas rasgadas, su respiración agitada, el cabello cubriéndole parcialmente el rostro y los ojos, en especial aquella mirada que le causaba tantas emociones, y la extraña manera en que expresaba nostalgia y furia combinadas de una manera casi poética, impaciente por terminar lo que comenzaron, pero desconfiada del resultado...

Morir sería la salida más sencilla, pero implicaría la desdicha de darse por vencido, o peor aún, ser derrotado, lo cuál es completamente inaceptable; esto es lo que sucede cuando dos fuerzas de igual magnitud, con semejantes ideales pero diferentes voluntades chocan una contra la otra, los resultados son impredecibles.

Sora, por su parte, se encontraba de pie, recargada en la empuñadura de su espada, si se sentaba, sabía que no podría levantarse nuevamente, sus manos temblaban por la adrenalina, y también por la emoción que le causaba ver al poderoso hombre frente a ella, ahora de rodillas, tan apacible como jamás en la vida.
El gran héroe de innumerables batallas, postrado ante una delicada figura femenina, con su inexpresivo semblante, tan característico cómo el azul del cielo, esos ojos misteriosos tan llenos de nostalgia y sentimientos no asimilados, incomprendidos por un corazón diseñado para el guerrero perfecto, justo pero insensible ante los sentimientos de los mortales.

Todo era dicho en gestos, ni una sola palabra había sido pronunciada en aquel espacio, único testigo de aquella pelea, cómplice perfecto de un amor capaz de trascender el tiempo y el espacio, ambos admirables y perfectos a los ojos del universo...

Ella, hermosa, inteligente y valiente, la mujer perfecta en cualquier aspecto, combatiente sin igual y una leyenda desde su nacimiento, pudo ser todo, pudo tenerlo todo, pero prefirió abandonarlo por él, su razón había sido nublada, su corazón era estremecido con cada mirada de su amado...

Él, tanto o más inteligente y valiente, el hombre que toda nación se enorgullece de reclamar como suyo, general y estratega invicto, acreedor a todo premio otorgado por su patria, pero sin ella, ningún reconocimiento tenía valor, ni el mayor tesoro se comparaba a verla blandir su espada en contra del enemigo, la forma en la que luchaba sin dar un paso atrás le inspiraba admiración y respeto como jamás sintió en la vida antes.

A veces el amor no es suficiente, ambos trataban de protegerse, pero protegían lo que mas amaban, uno al otro, citando a un sabio autor: "El verdadero amor, por ser infinito y tierno, solo puede consumarse en la eternidad", ambos sabía que no hay nada mas eterno que la propia muerte y solo tenían una manera de terminar con aquello, acabar sus vidas de la única manera honorable, en los brazos del único amor en su vida.

Todo estaba dicho, era tarde para pensarlo dos veces, Riku se levantó en empuño su espada, Sora hizo lo mismo y una lágrima rodó por su mejilla, sabía que el fin había llegado, el inexorable destino de perder la vida o robar la otra al fin la alcanzaba, se acercaron velozmente uno al otro y el choque de las espadas era algo sin comparación, tenían tanta fuerza que parecían odiarse, sin embargo cada golpe simbolizaba el amor mas tierno que ambos pudieran expresar...

Esto se prologó durante horas, ambos fatigados respiraban con dificultad, ella usó toda la fuerza que le quedaba para lanzar un intento de último ataque, logró derribarlo y cortó su brazo, él gritó de dolor mientras Sora lanzaba su espada y se acercó a Riku, lo recostó sobre su regazo, y descubrió el cabello de su frente, él estaba casi inconsciente, alucinando con que aquella figura era un ángel que llegaba a recibirlo con los honores que un héroe de su naturaleza merece al morir, pero no, pudo darse cuenta que era Sora, preocupada, y con lágrimas en los ojos, pues era ella quién debía terminar con todo, por primera vez, desde que se encontraron en el campo de batalla, se dedicaron a intercambiar palabras, las últimas de su vida...


Riku - No llores, sabes que me molesta tu debilidad.
Sora - Eres un imbécil, cállate por favor.
Riku - ¿Sabes?, siempre supe que terminaría de esta manera, jamás lo admití, pero eres el guerrero más fuerte que he conocido en mi vida.
Sora - (aún con mas lágrimas en los ojos) No, pudimos evitarlo, solo era cuestión de...
Riku - Nada, no había manera de evitarlo, desde el momento que nos conocimos, el destino de ambos fue escrito sin posibilidad de ser modificado. (Esto último con expresiones y sonidos que reflejaban el sufrimiento que sentía en aquel momento)
Sora - No puedo dejarte así...
Riku - Lo se, hazlo rápido y no dudes.
Sora - ¡TE AMO!
Riku - ¡YO TAMBIÉN TE AMO!
AMBOS - Pero, no podemos estar juntos, no es lo que todos esperan de nosotros

Sora no encontraba el valor necesario para realizar su cometido, la sola idea de separarse era insoportable, fue entonces cuando Riku la besó, como la primera vez de manera inesperada, solo eso hizo falta para que ella se decidiera, sacó su daga, y la clavo directo al corazón de Riku, quien por primera vez, hizo una mueca muy parecida a una sonrisa, y su semblante lleno de paz...

Sora beso los labios del fallecido, antes de clavar la misma daga en su propio corazón y así morir, uno junto al otro en un abrazo que trascenderá fronteras insospechadas, un amor que continuará aún si todo desaparece, aún si el amor mismo deja de existir, ellos será la llama que se encargue de mantener la esperanza para que algún día el mundo lo conozca nuevamente.



Algo diferente a los temas habituales del blog, pero bueno, el amor es así, y la inspiración llega en los momentos mas inesperados de las fuentes mas inadecuadas, cualquier duda o comentario, sugerencia, mentada, o lo que quieran la aceptaré en mi facebook, con un comentario que diga cuál es el motivo por el que lo envian, gracias por leer.